Evidentemente, comenzó la elucubración de un plan que nos llevase a conocer a dicho “tío bueno” pero a mí no se me ocurrió decir que estaba caladita hasta los huesos ya, porque me parecía un tanto exagerado.
En medio de tal conversación a veces observaba como Cristina ponía énfasis desmesurado en sus explicaciones y aclaraciones, veía como gesticulaba y se movían sus labios pero no escuchaba nada.
Mi mente estaba atrapada en una mirada y no podía fuente.
Una media hora después comenzábamos a rebuscar entre nuestra ropa para concretar que nos poníamos esa noche, la primera noche en aquel lugar.
Tenía que ser algo impactante, de lo último que adquirimos en Barcelona pensando precisamente en este viaje.
Veníamos lo que se dice bien surtiditas en cuanto a Mujeres calientes
.
Comprobé que ella quería vestirse para impresionar al mundo y yo solo trataba de impresionarle a él, cuya imagen aún pululaba por mi cabeza.
Pasaron las horas y casi si darnos cuenta nos dieron las ocho de la tarde.
Nos encontrábamos duchaditas y recién “peinás” cuando oímos unos golpes en la puerta. Nos miramos extrañadas pues allí no conocíamos a nadie. Era nuestro segundo día y solo habíamos flirteado con dos italianos de los edificios de en frente pero nada más.
_ ¿Serán ellos?_exclamó Cristina_ no, que va...no puede ser, si no conocen la dirección, podría ser que el piso...pero ¿la puerta?
_Ya está, va a ser el casero, pero ¿para qué?, si además vive en Vinaroz.
Volvieron a insistir.
_Ana, ve tú que a mí me da miedo (hay que ver como se nota la edad que teníamos)
Y efectivamente, me dirigí hacia la puerta, cargada de energía, resuelta y decidida, dispuesta a reaccionar según requiriesen las circunstancias. No pregunté ni quién era y la abrí con determinación.
http://www.promisquo.com/
En medio de tal conversación a veces observaba como Cristina ponía énfasis desmesurado en sus explicaciones y aclaraciones, veía como gesticulaba y se movían sus labios pero no escuchaba nada.
Mi mente estaba atrapada en una mirada y no podía fuente.
Una media hora después comenzábamos a rebuscar entre nuestra ropa para concretar que nos poníamos esa noche, la primera noche en aquel lugar.
Tenía que ser algo impactante, de lo último que adquirimos en Barcelona pensando precisamente en este viaje.
Veníamos lo que se dice bien surtiditas en cuanto a Mujeres calientes
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Comprobé que ella quería vestirse para impresionar al mundo y yo solo trataba de impresionarle a él, cuya imagen aún pululaba por mi cabeza.
Pasaron las horas y casi si darnos cuenta nos dieron las ocho de la tarde.
Nos encontrábamos duchaditas y recién “peinás” cuando oímos unos golpes en la puerta. Nos miramos extrañadas pues allí no conocíamos a nadie. Era nuestro segundo día y solo habíamos flirteado con dos italianos de los edificios de en frente pero nada más.
_ ¿Serán ellos?_exclamó Cristina_ no, que va...no puede ser, si no conocen la dirección, podría ser que el piso...pero ¿la puerta?
_Ya está, va a ser el casero, pero ¿para qué?, si además vive en Vinaroz.
Volvieron a insistir.
_Ana, ve tú que a mí me da miedo (hay que ver como se nota la edad que teníamos)
Y efectivamente, me dirigí hacia la puerta, cargada de energía, resuelta y decidida, dispuesta a reaccionar según requiriesen las circunstancias. No pregunté ni quién era y la abrí con determinación.
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