Ella era una chica normal. No tenía experiencia en cuanto a relaciones duraderas se refiere pero era toda una experta en rollos fugaces. Le conocío una noche de sábado gracias a una presentación fortuita y a un flechazo instantáneo. Si el hombre de sus sueños existía, era él sin duda. Lo que vulgarmente se denominaría "su tipo". No sabemos si él sintío lo mismo o simplemente tenía ganas de... el caso es que sus bocas terminaron por conocerse.
Al día siguiente, el chico llamó a la chica para ir al cine. Dos semanas már tarde quedaban con relativa frecuencia para ir al cine, a estudiar, a tomar algo o para verse los fines de semana. La relación se quedó en los límites del "contacto manual" (más conocido como petting). Un día, sin previo aviso, el chico desapareció del mapa. No respondía a los mensajes, no cogía el teléfono, no salía por los sitios habituales... La chica empezó a desesperarse y a buscarle por todos los rincones sin excesivo éxito.
Una semana más tarde, le ve. Él se acerca y al saluda con dos recatados besos en las mejillas que hicieron del corazón de nuestra protagonista un puzzle. Lejos de desencantarse ante la actitud del chico, ella se enamoró más si cabe de aquel desaprensivo que parecía haber sido abducido por marcianos de otro planeta. He de apuntar que el muchacho, aparte de dotes de escapismo, era más soso que la Cibeles meando y tenía una conversación tan sumamente reducida que se limitaba a fútbol y otros deportes. Es decir que, aparte de guapo, no tenía otras grandes cualidades a destacar... y con eso, digo todo.
La chica, aconsejada por sus amigas, terminó por ser indiferente ante él. Evitaba saludarle, le miraba con desprecio... hasta que un día él volvió a intentar algo con ella y, inevitablemente, ella cedió. Una noche perfecta, si... pero las siguientes semanas la nave nodriza volvió a aterrizar y el muchacho desapareció de nuevo.
Así llevan la friolera de nueve meses. Aparezco, desaparezco... y si te he visto no me acuerdo.
¿En qué ha fallado nuestra protagonista?
El primer fallo es evidente: si buscas una relación duradera, hazte de rogar. Las mujeres que caen la primera noche pierden ventaja. No digo que esto sea siempre cierto, hay raras excepciones... pero tiende a ser verdad.
Segundo fallo: Verse demasiado, agota. Uno de los dos termina siempre por aburrirse. Si en las primeras semanas lo das todo, probablemente pronto te quedes sin nada que ofrecer. El amor hay que racionarlo en pequeñas dosis, de forma que siempre queden ganas de más.
Tercer fallo: No insistas. Si le mandas un mensaje y no responde, no le llames... déjalo estar. La insistencia, asusta... probablemente él se aleje más de ti si le es posible.
Cuarto fallo: No le busques. Si le tienes que ver, ya le verás. Buscándole, seguramente encuentres algo que no quieres ver. Si él se esconde, es por algo.
Quinto fallo: No te fijes solo en el físico. Es importante, cierto... pero hay otras prioridades. Un chico aburrido terminará por dormirte. ¿De verdad quieres estar con una persona así?
Sexto fallo: No caigas. Si te lo ha hecho una vez, tiene licencia para volvertelo a hacer. Lo más probable es que acabes en un bucle sin salida. Corta de raíz y haz de tripas corazón, pero no repitas. Solo conseguirás sufrir.
El gran acierto: Escucha a tus amigas. Ellas ven tu situación desde fuera y, probablemente, te estén dando una opinión mucho más objetiva que la que tu tienes.
Al día siguiente, el chico llamó a la chica para ir al cine. Dos semanas már tarde quedaban con relativa frecuencia para ir al cine, a estudiar, a tomar algo o para verse los fines de semana. La relación se quedó en los límites del "contacto manual" (más conocido como petting). Un día, sin previo aviso, el chico desapareció del mapa. No respondía a los mensajes, no cogía el teléfono, no salía por los sitios habituales... La chica empezó a desesperarse y a buscarle por todos los rincones sin excesivo éxito.
Una semana más tarde, le ve. Él se acerca y al saluda con dos recatados besos en las mejillas que hicieron del corazón de nuestra protagonista un puzzle. Lejos de desencantarse ante la actitud del chico, ella se enamoró más si cabe de aquel desaprensivo que parecía haber sido abducido por marcianos de otro planeta. He de apuntar que el muchacho, aparte de dotes de escapismo, era más soso que la Cibeles meando y tenía una conversación tan sumamente reducida que se limitaba a fútbol y otros deportes. Es decir que, aparte de guapo, no tenía otras grandes cualidades a destacar... y con eso, digo todo.
La chica, aconsejada por sus amigas, terminó por ser indiferente ante él. Evitaba saludarle, le miraba con desprecio... hasta que un día él volvió a intentar algo con ella y, inevitablemente, ella cedió. Una noche perfecta, si... pero las siguientes semanas la nave nodriza volvió a aterrizar y el muchacho desapareció de nuevo.
Así llevan la friolera de nueve meses. Aparezco, desaparezco... y si te he visto no me acuerdo.
¿En qué ha fallado nuestra protagonista?
El primer fallo es evidente: si buscas una relación duradera, hazte de rogar. Las mujeres que caen la primera noche pierden ventaja. No digo que esto sea siempre cierto, hay raras excepciones... pero tiende a ser verdad.
Segundo fallo: Verse demasiado, agota. Uno de los dos termina siempre por aburrirse. Si en las primeras semanas lo das todo, probablemente pronto te quedes sin nada que ofrecer. El amor hay que racionarlo en pequeñas dosis, de forma que siempre queden ganas de más.
Tercer fallo: No insistas. Si le mandas un mensaje y no responde, no le llames... déjalo estar. La insistencia, asusta... probablemente él se aleje más de ti si le es posible.
Cuarto fallo: No le busques. Si le tienes que ver, ya le verás. Buscándole, seguramente encuentres algo que no quieres ver. Si él se esconde, es por algo.
Quinto fallo: No te fijes solo en el físico. Es importante, cierto... pero hay otras prioridades. Un chico aburrido terminará por dormirte. ¿De verdad quieres estar con una persona así?
Sexto fallo: No caigas. Si te lo ha hecho una vez, tiene licencia para volvertelo a hacer. Lo más probable es que acabes en un bucle sin salida. Corta de raíz y haz de tripas corazón, pero no repitas. Solo conseguirás sufrir.
El gran acierto: Escucha a tus amigas. Ellas ven tu situación desde fuera y, probablemente, te estén dando una opinión mucho más objetiva que la que tu tienes.